Cuando llega el invierno, es muy notable la ausencia de mosquitos, moscas, avispas, etc… Pero vamos a centrarnos en lo que nos importa: las abejas.
Para sobrevivir, las abejas necesitan una temperatura media de 20 grados y en esta época del año es complicado dado que en algunas partes de nuestra península a veces llegamos a temperaturas muy bajo cero. Esto no significa que vayan a morir, sino que hibernan y… ¿Cómo lo hacen?
Todas ellas se aglutinan en el centro de la colmena para poder formar una barrera térmica y así mantener la temperatura media de la colmena donde ellas se sientan confortables. Por otra parte, tampoco necesitan salir de la colmena ya que durante toda la primavera y verano han guardado reservas de alimento para no tener necesidad de salir a buscarlo, ya que si salieran, no lo encontrarían y la mortandad estaría asegurada. Es por este motivo, que muchos apicultores alimentan sus colmenas para asegurarse su supervivencia durante las épocas frías.
El trabajo en equipo de las abejas es envidiable y su avanzada estructura social es un factor clave para su supervivencia. Ellas forman una capa aislante manteniéndose a cierta temperatura (mucho menor que las que están en el centro), muchas mueren por las bajas temperaturas y se van rotando, saliendo siempre las abejas más mayores luchando por mantener al resto de la colmena caliente. Dicha acción supone un gasto energético que los apicultores deben controlar para poder complementar sus reservas con más alimento.
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